La Chía es un cultivo originario de América Central, de la planta Salvia hispanica L, la cual “constituyó, junto al maíz y los porotos y el amaranto, la base de la alimentación de las culturas Mesoamericanas”, hace unos 3500 a. C. Pese a su pequeño tamaño, sus semillas son realmente imprescindibles para una dieta balanceada. Denominadas como “superalimento”, éstas pueden brindar grandes beneficios para quienes las consumen; ya que aportan fibra, proteínas vegetales, minerales y ácidos grasos omega-3, entre otros aspectos.
En la actualidad, su producción “se ha extendido a las zonas tropicales y subtropicales de Sudamérica: Ecuador, Bolivia y en particular en nuestro Noroeste Argentino inclusive”, resaltaron desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria argentino (INTA) en un documento.
Al tiempo que la Escuela de Salud Pública TH Chan, de Harvard, indicó que la semilla de chía es denominada como un alimento funcional, ya que más allá de su valor nutricional entre sus “puntos a favor” impulsa la disminución del colesterol, mejora la salud intestinal, reduce el apetito y el peso, baja los triglicéridos y mejora de los niveles de azúcar en la sangre, ideal para quienes padecen diabetes tipo 2.
Según indicó la doctora Susana Zurschmitten (MN 1.508) en diálogo con Infobae, estas “semillas son fuente de gran cantidad de principios nutritivos, esenciales para el desarrollo de una persona. Es lógico que así sea, debido pertenecen a los óvulos fecundados de las plantas y, por lo tanto, depósitos de nutrientes para el crecimiento de la nueva planta”.
En cuanto a las porciones ideales, los expertos aseguraron que dos cucharada soperas completas contienen: un 30% de manganeso, un 27% de fósforo, Zinc, vitamina B1, B2 y B3; así como también potasio. En esa pequeña porción también se pueden detectar 138 calorías y solo 1 gramo de carbohidratos digeribles, 11 gramos de fibra, 4 gramos de proteínas, 9 gramos de grasas (5 de las cuales son Omega 3), un 18% de la cantidad de calcio diario recomendado y un 30% de manganesio.
Como las semillas de chía cuentan con fibras insolubles, “reducen la absorción y arrastran excesos de azucares, colesterol y grasas, aumentan las redes acuosas que incrementan el volumen del contenido intestinal y progresan con mayor rapidez”, las cuales, al llegar al colon, permiten una reabsorción del “exceso de agua y recuperan nutrientes”. Gracias a este comportamiento, este alimento “previene y trata la constipación, los divertículos y la aparición de cáncer de colon”.
La combinación entre fibras solubles e insolubles posiciona a las semillas de chía como un alimento completamente balanceado en lo que se refiere al tracto intestinal, ya que se “disuelven en agua y forma una sustancia gelatinosa en el estómago, que ralentiza la digestión”, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). De este modo, “ayudan a controlar el azúcar y el colesterol en la sangre, y previenen o controlan las complicaciones de la diabetes”.
Las semillas de chía son una fuente de Grasas poliinsaturadas, tales como el omega-3, según advierten los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés). Esta sustancia ha “demostrado un efecto beneficioso sobre la salud cardiovascular (disminución del colesterol, regulación del ritmo cardíaco y la presión arterial, prevención de coágulos de sangre, disminución de la inflamación)”, resaltaron, en tanto, desde la Escuela de Salud Pública TH Chan.
Pero eso no es todo, ya que estos ácidos grasos “son componentes importantes de las membranas que rodean cada célula en el organismo” y destacaron que “proporcionan calorías para dar al organismo energía, tienen muchos beneficios para el corazón, los vasos sanguíneos, los pulmones, el sistema inmunitario y el sistema endocrino”. Mientras que desde el INTA indicaron que “disminuyen el riesgo en enfermedad coronaria”, son “mediadores de respuestas antinflamatorias” e “importantes a nivel de neurotransmisores y células SNC (del sistema nervioso central) sobre todo en niños pequeños, embarazadas y madres durante la lactancia”.
Según la Escuela de Salud Pública TH Chan, estas semillas cuentan con 9 aminoácidos esenciales, los cuales el organismo no puede producir. De todos modos, son extremadamente importantes para el crecimiento y la reparación de células y tejidos. Además, tiene un gran número de antioxidantes, entre los que se encuentran los compuestos fenólicos, flavonoides, ácido cafeico, ácido clorogénico; miricetina, quercetina , kaempferol, según enumeraron desde el INTA.
Estos antioxidantes “reducen la acción de radicales libres, previenen el envejecimiento celular, evitan la alteración de membrana celular y previenen enfermedades crónicas no transmisibles y/o degenerativas”, advirtió la institución argentina.
La fibra de las semillas de chía es principalmente soluble, con lo cual pueden ayudar a reducir el colesterol LDL y ralentizar la digestión, además de prevenir los picos de azúcar en la sangre después de comer y promover una sensación de saciedad.
“Dado que la fibra no se puede digerir, se mueve lentamente a través del estómago, haciéndote sentir lleno por más tiempo. Y muchos alimentos ricos en fibra tienden a ser bajos en calorías, lo que puede ayudar a perder peso”, señalaron desde los CDC, al tiempo que aseguraron desde el British Journal of Nutrition que estas pequeñas “absorben nueve veces su propio peso en agua y se hinchan en el estómago, provocando esta sensación gracias al volumen que ocupan”.
Según algunos expertos, la cantidad sugerida para consumir diariamente son dos cucharadas soperas diarias en adultos y una cantidad similar, pero en medida “de café” para los chicos. Sin embargo, la mejor manera de sumar a este pequeño gran alimento es tras realizar una consulta médica. Ya que, pese a que pueden ser temporales, la incorporación de estas semillas de forma abrupta pueden generar hinchazón, gases y hasta calambres, según la Clínica Mayo .
Además, desde la Escuela de Salud Pública TH Chan alertaron que existe un riesgo potencial cuando se ingieren estas semillas, que poco se relaciona con el tracto digestivo. “Un informe de caso presentado en la Reunión Científica Anual del Colegio Estadounidense de Gastroenterología en 2014 fue noticia en la descripción de un paciente que comió semillas de chía secas seguidas de un vaso de agua. Las semillas se expandieron en el esófago y causaron un bloqueo”, puntualizaron.
Es por eso que aclararon que “se recomienda comer semillas de chía que ya hayan sido remojadas en líquido o que se sirvan con un alimento húmedo, como avena o yogur”. “No coma semillas de chía secas solas. Las personas que tienen disfagia, una condición que causa dificultad para tragar (como fue el caso de este paciente) u otros problemas digestivos, deben comer semillas de chía con cuidado”, recalcaron.