"Nadie debería vivir con lo que yo estoy viviendo. Y todo, por un bronceado".
Anthea Smith, una mujer de 44 años de Bolton, una ciudad en el noroeste de Reino Unido, no tiene más que palabras de arrepentimiento por sus acciones del pasado, que la llevaron a perder, hace unos años, toda su oreja izquierda.
Después de utilizar camas solares desde que tenía 14 años, Smith desarrolló un melanoma en la oreja, que debió que ser amputada para evitar que el cáncer siguiera expandiéndose por su cuerpo.
"Me siento muy culpable con mi marido y mis hijos, porque es algo que me hice a mí misma", le dice a la BBC.
"Fue autoinfligido porque no tenía ningún tipo de conocimiento sobre los peligros"
Smith fue operada en 2015 dos veces. "Me quitaron el oído interno, el medio, las glándulas salivales del lado izquierdo, y todos mis nódulos linfáticos", explica.
Tras la operación quedó sorda del lado izquierdo y esto también le ha traído problemas de equilibrio.
Smith reconoce que obtener un bronceado perfecto era, para ella, una obsesión
"Era adicta a broncearme, a estar bronceada. Y usaba mayormente camas solares porque los resultados también se conseguían más rápido", cuenta.
Smith notó primero un punto rojo en la oreja en 2010.
Según recuerda, su médico no le prestó demasiada atención hasta que, finalmente en 2015, tras una serie de consultas, una biopsia reveló que Smith tenía un melanoma en estadio 3.
Si bien los análisis más recientes muestran que se ha recuperado, Smith vive con el temor que esta forma agresiva de cáncer de piel retorne.
El melanoma es el tipo más grave de cáncer de piel, que puede propagarse por otros órganos del cuerpo.
Se forma en las células que producen melanina, el pigmento que le da color a la piel.