El comercio transfronterizo entre Bolivia y Argentina atraviesa una etapa de auge gracias a la llegada masiva de compradores argentinos que, motivados por un tipo de cambio favorable y el uso de dólares en las transacciones, están reconfigurando la dinámica económica en las regiones fronterizas. Si bien este fenómeno ha dinamizado las ventas locales, también está generando presiones significativas sobre el mercado interno boliviano, derivando en desabastecimiento y aumento de precios.
Desde finales de noviembre, la afluencia de ciudadanos argentinos hacia Bolivia, especialmente a través del paso fronterizo entre Bermejo (Bolivia) y Aguas Blancas (Argentina), ha aumentado de forma sostenida. Según estimaciones, entre 1.500 y 3 mil argentinos cruzan diariamente, cifra que se eleva en días feriados o de menor control aduanero. Este fenómeno se atribuye a la apreciación del peso argentino frente al boliviano, lo que ha incrementado el poder adquisitivo de los compradores extranjeros en territorio boliviano. Actualmente, el tipo de cambio es de mil pesos argentinos por 9,50 bolivianos.
La mayor afluencia de argentinos se concentra en Bermejo, donde adquieren productos como ropa, electrodomésticos, neumáticos, alimentos perecederos y artículos de uso doméstico, con precios que llegan a ser hasta un 50 por ciento más baratos que en Argentina. Javier Acosta, residente argentino de Aguas Blancas, afirma que las ventajas económicas para sus compatriotas son claras, mencionando que los costos en Bolivia están muy por debajo de los valores que encuentran en su país.
Impacto positivo
Los comerciantes locales han reportado un aumento significativo en las ventas, con incrementos del 20 al 30 por ciento, según Rubén Borja, secretario ejecutivo de la Federación Regional de Trabajadores Gremiales de Bermejo. Este auge representa un alivio para el comercio, que enfrentaba meses de bajo desempeño debido a la reducción de la actividad económica en la región.
“Es una oportunidad para recuperarnos, aunque debemos admitir que las ganancias vienen principalmente de los compradores extranjeros”, expresó Borja. Además, los ingresos derivados del comercio con argentinos han permitido a muchos comerciantes y trabajadores fronterizos paliar los efectos de la desaceleración económica en Bolivia.
Sin embargo, este auge tiene un lado oscuro. Fernando Romero, presidente del Colegio de Economistas de Tarija, advierte que la creciente preferencia de los mayoristas bolivianos por vender a compradores extranjeros ha desviado productos esenciales destinados al mercado interno hacia el comercio transfronterizo. Aceite, arroz y otros bienes básicos escasean en varias regiones de Bolivia, lo que ha contribuido a un aumento generalizado de los precios, afectando a los consumidores locales.
Además, los comerciantes argentinos que llegan con dólares han incentivado a los mayoristas a operar de manera informal, vendiendo grandes volúmenes sin pasar por los canales minoristas tradicionales. Este fenómeno está desplazando a los pequeños comerciantes bolivianos, debilitando la economía formal y fomentando el contrabando.
El tipo de cambio entre las monedas de la región también está jugando un rol crucial. El peso boliviano, relativamente estable frente al dólar, tiene un valor mucho menor frente a otras monedas regionales como el sol peruano, lo que fomenta el comercio y contrabando hacia Perú. Según Romero, las ganancias para los mayoristas que venden a extranjeros son entre un 10 y un 15 por ciento mayores que en el mercado interno, lo que explica su inclinación por priorizar estos negocios.
La alta inflación en Argentina, una de las más elevadas de América Latina, ha sido otro catalizador. Esto ha llevado a que productos básicos y bienes manufacturados en Bolivia se perciban como un refugio económico para los argentinos que buscan maximizar sus ingresos en un contexto de devaluación constante de su moneda.
Consecuencias
Aunque el comercio transfronterizo genera beneficios inmediatos, también plantea riesgos a mediano y largo plazo. Romero advierte que esta dinámica podría erosionar la estabilidad del mercado interno boliviano, aumentar la inflación y fomentar la informalidad. La falta de ingresos fiscales por el contrabando y las transacciones informales también supone un desafío para las finanzas públicas del país.
Otro problema es la falta de regulación y fiscalización en la frontera, lo que permite que estos intercambios se realicen en un entorno que Romero describe como una “tierra sin ley”. Esto pone en evidencia la necesidad de un control más estricto para equilibrar los beneficios económicos del comercio con la protección del mercado interno.
Desafíos
En 2025, un año marcado por el inicio del ciclo electoral en Bolivia, el problema podría quedar relegado en la agenda gubernamental. La prioridad de los políticos estará enfocada en las elecciones, mientras que problemas estructurales como el contrabando y la regulación del comercio fronterizo podrían quedar sin atención adecuada.
El impacto de esta falta de acción podría ser significativo, no sólo para el mercado interno, sino también para la percepción de estabilidad económica del país en el contexto regional. “Si no se toman medidas pronto, las zonas fronterizas y el comercio nacional podrían enfrentar un deterioro irreversible”, concluyó Fernando Romero.